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Sinópsis


A través de una reflexión poética, mitológica e histórica se analizan las transformaciones sociales y políticas que ha vivido Bolivia durante 500 años. Utilizando como punto de partida el referéndum revocatorio del día 10 de agosto del 2008 y siguiendo la labor de los observadores internacionales nos adentraremos en la compleja realidad sociopolítica del país y en el esfuerzo que la sociedad civil está realizando por preservar la democracia boliviana.


Guión


Cuaderno de Bitácora.

10 de agosto del 2008.


Hoy hemos presenciado un suceso extraño. Levábamos anclas de la Isla del Sol cuando escuchamos lamentos provenientes del Templo sagrado. Primero un rumor suave, el canto de Mama Machajway, la emperatriz de las serpientes que regresa del submundo.  Después un maullido rocoso, de puma hambriento arañando las piedras legendarias del templo sagrado y finalmente el cóndor mensajero, Jacha Mallku Kúntur, se ha elevado a los cielos para llevarle a los dioses el grito de Prometeo encadenado a los picos nevados del Iyimani. Ollantay ha roto las cadenas de su frío perpetuo. La voz descuartizada de Tupaj Kamaru regresa en su grito primigenio: “Volveré y seremos millones”. Su voz navega las nubes, ha cruzado 500 años de soledades y es ahora una marea humana que proclama “La raza cósmica es inmortal”.


Creíamos que la Raza Cósmica había muerto, muerta de esclavitud y olvido pero esta viva. No la extinguió el crimen del tiempo con su reguero de cadáveres y harapos. El veneno del oro. El martirio de la tierra. La cruz de la contrarreforma. La sombra del emperador caído en el ajedrez de Las Américas.  La guillotina de Alejo Carpentier en las naves de la independencia, cadalso europeo de las ilusiones.


No pudo con ella el pavoroso silencio de los golpes de estado. Las estatuas ecuestres. Los próceres mendigos del Palacio Quemado. Las guerras perdidas en desiertos y océanos, donde las trincheras eran cementerios. El Pacífico y El Chaco, despojos de patria. El precio del estaño y las cotizaciones de la sangre que vomitaba Catavi en los mercados internacionales. Honda sepultura la mina andina.


No la ha extinguido el apetito caníbal del latifundio. El ascetismo del hambre. La satanización de la coca, el cultivo sabio, el alimento sagrado. Los agentes de la CIA, malditos por La Pacha Mama. El Che muerto en sus entrañas. El abismo banzerista. Los presidentes fugados en paraísos fiscales.


La catalepsia de la historia enterró a La Raza Cósmica en las profundidades arqueológicas del lago Titicaca, dulce reposo en las cumbres del mundo donde “la geodinámica alcanza su climax” y los demiurgos borraron El Camino del Inca para impedir que los deseos se hicieran verdaderos y las promesas ciertas. Bajo las aguas que coronan el País de los Orígenes aguardó mas de 500 años entre la muerte y la muerte, la mina y el hambre, la zafra y el hambre y no fue extinguida.


Ocupa la Nación de Bolivia: las encrucijadas de sus cumbres, las gargantas de sus valles tropicales, las arenas del bosque espinoso, las estalactitas de los pliegues montañosos y otros horizontes preibéricos.


La raza Cósmica camina hacia su destino y no necesita sondeos de opinión para conocer el alcance de su eternidad. Ha regresado resurrecta de su miedo y sus heridas, de su ancestral miseria y proclama en este 10 de agosto del 2008 su inmortalidad.




 

La Raza Cósmica