Sinópsis


En este capítulo se formulan y responden las siguientes preguntas: ¿Qué son la biodiversidad y los recursos fitogenéticos? ¿Qué papel ancestral desempeñan los agricultores en la conservación y desarrollo de estos recursos? ¿Cómo podemos preservar ese legado para las generaciones futuras ante los previsibles cambios climáticos?  ¿Qué son los transgénicos? ¿Cómo funcionan las empresas productoras de semillas? ¿Cuáles son sus vinculaciones con la industria agroquímica y farmacológica? ¿Qué función deben desempeñar la ciencia y la tecnología en la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo?


Guión


BIODIVERSIDAD: EL ALMA DEL PLANETA


Cora es la diosa griega de los cultivos…cada primavera emergía de las oscuras profundidades del hades para germinar las semillas sobre la tierra…Este podría ser uno de los mitos antiguos de lo que hoy  denominamos biodiversidad, palabra que sencillamente significa diversidad de la vida, de los ecosistemas,  las especies, los genes… de todo lo que tiene latido sobre el planeta…Esta diferencia,  estas singularidades nos han permitido existir desde tiempos remotos…


Wiorika y su marido han mantenido   el pastoreo en un pequeño pueblo del rincón de Ademuz amenazado por la despoblación, sin ellos una tradición ancestral e imprescindible para la alimentación y la identidad local hubiera desaparecido con su consiguiente perdida de biodiversidad. En esta lucha por mantener los territorios, sus comunidades y su cohesión social, económica  y cultural se encuentran muchos pueblos del mundo…uno de ellos es Amayuelas, en Palencia, España donde se  desarrolló  el V encuentro campesino por un mundo rural vivo.


En todas las civilizaciones el carácter mágico y cultural de las semillas y los cultivos que emergen de ellas es innegable. De este vínculo sagrado y ancestral ha dependido nuestra supervivencia. En México se adoraba una divinidad,  Ciutli nombre con el que se designaba a la planta del maíz y a dicha diosa se consagraban las primicias de la cosecha, como las del trigo a la Ceres griega. Las vírgenes del templo del sol en Cuzco, preparaban pan de maíz para los sacrificios.


Darwin encontró espigas de maiz en terrenos que hoy están a 85 pies por debajo del nivel del mar. Hasta el siglo XVI no se cultivó maíz en Europa. Las primeras semillas de esta planta llegaron a Sevilla en el año 1500.  De este cultivo y de sus diversas variedades autóctonas depende la alimentación de millones de personas, especialmente en Latinoamérica.


Dice un extraño poema, también enterrado como las semillas de Darwin:

Para alimentarnos…

para ser estirpe

Tendremos que inventarnos

un adverbio de tiempo

antes de las estrellas,

por encima del tiempo.

Y tendremos que sonreír y sembrar

para que amanezca.


Mantener este legado, preservarlo para generaciones futuras es el trabajo de toda una vida de José Esquinas, que desde la FAO ha sido uno de los impulsores de TIRFA, el tratado Internacional sobre recursos fitogéneteicos para la Alimentación y la Agricultura ratificado en Madrid  en el mes de junio del 2007 por más de 100 países. El tratado representa un compromiso mundial sin precedentes de los gobiernos para hacer frente a las necesidades de seguridad alimentaria en un mundo en el que el crecimiento demográfico y la disminución de las tierras de labranza hacen necesario el aumento de la producción de alimentos.


Según el profesor José Esquinas, “este acuerdo internacional no sólo garantiza la conservación y el uso sostenible de los recursos filogenéticos, sino también el reparto justo y equitativo de los beneficios que se derivan de su uso, incluidos los beneficios monetarios procedentes de la comercialización. Por primera vez se reconocen los derechos de los campesinos sobre la base de que han sido los pequeños agricultores tradicionales de todas las regiones del mundo los que han contribuido durante milenios al desarrollo de la diversidad biológica agrícola  y hoy en día continúan siendo sus principales custodios…”


Vivimos en un mundo complejo…en el que la ciencia y la tecnología se han convertido en las luminarias de nuestro tiempo. Sin embargo cabe preguntarse si el avance vertiginoso de especialidades tan sofisticadas como la biotecnología están contribuyendo a mitigar la pandemia del hambre en el mundo o si por el contrario la brecha entre los países ricos y pobres se ha ensanchado y con ella las hambrunas existentes.


Actualmente uno de los debates más candentes entre las organizaciones campesinas se está produciendo en torno a los cultivos transgénicos, cuyas semillas originarias han sido genéticamente modificadas y cuyas patentes y propiedad intelectual pertenecen a grandes consorcios multinacionales con fuertes intereses en la industria de los productos agroquímicos y farmacológicos.  Nuestra alimentación y nuestra salud parecen depender más que nunca de poderosos grupos económicos trasnacionales.



Aunque digan que el planeta se abrasa

que la entropía nos abraza:

dióxido de carbono, metano,

óxido nitroso, clorofluocarburos,

biotecnología sin alma,

raíces sin generación

semillas sin esperanza…


Aunque certifiquen que ya somos ceniza,

dinosaurios de la historia

no perdamos contacto

que este mundo es muy frío.


Muchos interrogantes quedan abiertos: ¿Debe la ciencia adquirir una nueva dimensión ética ¿ ¿Qué función debe desempeñar la tecnología en la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo?


También cabe preguntarse ¿Qué modelo de desarrollo queremos? ¿A qué somos capaces de renunciar individualmente para que el corazón de la tierra siga latiendo?


En esta lucha que la sociedad civil esta manteniendo por preservar los recursos naturales y la biodiversidad, revindicando la soberanía alimentaria como nuevo paradigma, también están las comunidades de pescadores artesanales del mundo. Defendiendo el tesoro de los mares, los lagos y los ríos…su cultura y su poesía…un modo ancestral de vida.


No debemos olvidar que el 16% de las proteínas consumidas por los humanos provienen de la pesca. Matar los ecosistemas fluviales y marinos es matar al hombre mismo, especialmente en las comunidades más pobres.


La lucha por la vida,

El dolor ante la belleza talada,

Los siete océanos desterrados

y el horizonte del mar

cada vez más lejano…

Si no coges mi mano

quedará la nada y la sal…

El  instinto de soñar

la luz de otro planeta.

Y para respirar

tendremos que inventar

verbos de piel y de cariño

horizontes verdes en la noche

y sembrar, cantar o rezar -si no es lo mismo-

subidos en hielos a la deriva

hasta que Cora regrese

de su morada oscura.



Biodiversidad es la piel del planeta y el alma de Cora que en los equinoccios de primavera  regresará del mundo subterránea para sembrar la vida.

Biodiversidad: El Alma del Planeta